viernes, 4 de abril de 2008

¿Qué le contestarías a un genio?

¿Música? ¡No! No así en el mar de bálsamo
me adormezcas el alma;
no, no la quiero;
no cierres mis heridas –mis sentidos-
al infinito abiertas,
sangrando anhelo.
Quiero la cruda luz, la que sacude
los hijos del crepúsculo
mortales sueños;
dame los fuertes; a la luz radiante
del lleno mediodía
soñar despierto.
¿Música? ¡No! No quiero los fantasmas
flotantes e indecisos,
sin esqueleto;
los que proyectan sombra y que mi mano
sus huesos crujir haga,
son los que quiero.
Ese mar de sonidos me adormece
con su cadencia de olas
el pensamiento,
y le quiero piafando aquí en su establo
con las nerviosas alas,
Pegaso preso.
¡La música me canta sí! ¡Sí! Me susurra
y en ese sí perdido
mi rumbo pierdo;
¡dame lo que al decirme no! Azuce
mi voluntad volviéndome todo mi esfuerzo.

La música es reposo y es olvido,
todo en ella se funde
fuera del tiempo;
toda finalidad se ahoga en ella,
la voluntad se duerme
falta de peso.


Este poema es de M. de Unamuno y hace un tiempo, en una de las asignaturas de la carrera -Crítica Musical-, nos invitaron a escribirle una carta en referencia a lo que el poema "canta" o dice.


Yo le contesté con estas líneas:

"Admirado Don Miguel,

He leído su poema titulado “Música (I)”. No es que me haya disgustado, pero no entiendo cómo a un hombre tan culto, tan sabio y, muy seguramente, bien educado, le aflige tanto este arte, esta ciencia que es la Música. Arte o ciencia, que aunque usted no lo crea, es capaz de conmover al alma más fría de la tierra.

¿Acaso no le es grata? ¿Ninguna? No lo creo. Créame, si escuchara “Quando Corpus est Morietur” del Stabat Mater de Pergolesi no le dejaría indiferente, es más, lloraría por la gran carga emotiva que esas notas encierran. ¿Y el “Lacrimosa” del Réquiem de Mozart? ¿Y la fuerza de Beethoven? No creo que le disguste tanto como dice. Pero parece como si alguno de sus contemporáneos le hubiera increpado con sus armonías, como si alguna melodía le pareciera satánica o demasiado triste para ser recordada. Como si por alguna razón que sólo usted sabe estuviera enfadado con este arte, tan hermano de la poesía que tanto ama.

¿De qué manera escucha usted la música para que tanto la aísle de su vida? Aaron Copland explica en un pequeño libro cómo escuchar música. Sí, hay formas de hacerlo, no se extrañe. Puede que por esa razón usted no haya encontrado el verdadero sentido de la música pues se quedó en el plano sensual para escuchar música, donde la música sirve de consuelo o evasión. Debería tomar la música como la poesía, desde el plano expresivo, donde la música significa algo, como las palabras de sus poesías. Y desde el plano puramente musical, donde las notas son algo que existen, que se escriben, que poseen normas, y multitud de significantes. Ahora comprenderá que la música no está tan alejada de la poesía, pues las dos sirven de consuelo y evasión, posees significados de todo lo que puedan expresar y existen puesto que podemos crear e ingeniar con ellas y con sus respectivas reglas.

Si le digo que mi vida sin la música no tendría sentido, muy probablemente usted diría que mi vida es una pérdida de tiempo, pero verá, Platón decía lo siguiente: “La música es una ley moral; brinda un alma al universo, alas al pensamiento, vuelo a la imaginación, encanto a la tristeza, alegría y vida a cada cosa. Es la esencia del orden que ella restablece y eleva hacia todo lo que es bueno, justo y bello y, aunque invisible, es la forma deslumbradora, apasionante, eterna de todo ello”. Algo invisible que a usted le parece una pérdida de tiempo. Podría decirle que leer muchas de sus palabras es una pérdida de tiempo, pero no es cierto, Don Miguel. Al igual que no es cierto que la música lo sea. Si en el texto de Platón cambia música por poesía –sí, eso usted escribe a menudo- entenderá que no distan mucho una de la otra. Es más, la música es poesía y la poesía también es música, las dos están necesitadas de individuos que las entiendan en todo su esplendor, pero lo mismo no todos gozamos de esa suerte. Estará de acuerdo conmigo si le digo que, al igual que la música, la poesía no necesita adeptos sino amantes, como usted lo es de su escritura otros lo son de la música que componen. Sus poemas, dedicados a algo, a alguien o a nada en concreto tienen siempre algo que decir. La música no se queda atrás, siempre tiene algo que decir, siempre. Pero le digo lo mismo, no todo el mundo está capacitado para entender sus poemas, a veces recios, ni todo el mundo está capacitado para entender la música, a veces demasiado inteligente. Y eso nos incluye a ambos; a usted por no querer entender la música y a mí porque, quizá, no entendí bien su poema.

Se despide con un cordial saludo, Marta Serrano."


¿Y tú, qué escribirías? ¿Qué le contestarías?


Gil-Luna (Marta Serrano Gil)